Durante más de un siglo, nuestros hombres y mujeres han acompañado a las comunidades, enfrentando el crimen, fortaleciendo la convivencia y promoviendo la reconciliación. Esta labor demuestra que sentir no es solo proteger, sino también transformar el miedo en esperanza, el riesgo en seguridad y los conflictos en oportunidades de encuentro. La construcción de paz no se limita a la ausencia de violencia: se edifica día a día, con presencia territorial, diálogo y confianza hacia las generaciones más jóvenes del país.
En el mismo sentido, se adelantan acciones orientadas a proteger la vida y prevenir el desplazamiento forzado, reflejando nuestro compromiso con las comunidades. Un claro ejemplo de ello es la Unidad Policial para la Edificación de la Paz (UNIPEP), que, a través de su participación en mesas de diálogo, evita confrontaciones y acompaña el proceso de reconciliación en distintas regiones del país.
Hace unos días, en el municipio de Suárez (Cauca), cerca de una estación de Policía, un vehículo cargado con explosivos estremeció los hogares, dejando dos ciudadanos asesinados y dos heridos, entre ellos uno de nuestros uniformados. Estas adversidades me recuerdan que 93 policías han perdido la vida en los últimos meses. Detrás de ellos, el dolor de las familias y un vacío que conmueve a la nación son ausencias dolorosas que, lejos de apagar nuestro propósito, a través de la resiliencia, se fortalecen.
Cada vez que la violencia intenta arrebatarnos a uno de los nuestros, otro uniformado da un paso al frente. Ese espíritu de persistencia inspira nuestra labor y nos permite sembrar fruto donde antes hubo desconcierto, mediante el diálogo, la confianza y una presencia policial que no impone, sino que acompaña. Día a día extendemos la mano a la niñez y a las juventudes, con la esperanza de tener un futuro distinto, como lo demuestran los actos de heroísmo protagonizados por el subintendente Cristian Ortiz y el patrullero Erick Echavarría, quienes salvaron a una madre y a su bebé de morir ahogados en las aguas del río Bogotá. Este tipo de acciones condensa la verdadera esencia del uniforme: proteger la vida, aun cuando ello implique arriesgar la propia.
Hoy, nuestra labor policial se refuerza y complementa con tecnología de punta: Inteligencia Artificial Aplicada al Servicio de Policía (IAPOL), una herramienta estratégica para planear, controlar y evaluar la vigilancia en todo el país. Gracias a sus modelos predictivos, nuestras patrullas pueden anticipar delitos, optimizar rutas, ubicar puntos de apoyo, generar planes preventivos y atender emergencias en tiempo real. Además, centraliza información territorial e integra múltiples bases de datos, entregando análisis directamente a los dispositivos de los policías, lo que permite que la respuesta a las comunidades sea más eficiente y oportuna.
En 18 de los 32 departamentos, los homicidios han disminuido; Putumayo registra su cifra más baja en 23 años. En 14 ciudades capitales, entre ellas Montería, Quibdó, Barranquilla, Cartagena y Santa Marta, se observa una tendencia similar, mientras 338 municipios no reportan muertes violentas en lo corrido del año.
A partir de estos resultados y con las rutas que nos hemos propuesto, de la mano de nuestros policías, Colombia avanza hacia un escenario más seguro, con reducciones sostenidas en diversas modalidades de hurto gracias al fortalecimiento de la prevención y la presencia policial. En zonas rurales, el abigeato disminuyó un 42,5 %, mientras que en las ciudades el hurto a comercio cayó un 34,7 %, y los hurtos a viviendas y entidades bancarias descendieron un 15,7 % y un 8,6 %, respectivamente.
La institución no solo combate el crimen dentro del territorio nacional, sino que lidera la cooperación continental a través de AMERIPOL, la comunidad de policías de América. En lo corrido del 2025, se han desarrollado ocho operaciones regionales simultáneas, con más de 16.000 capturas y cerca de 800 toneladas de estupefacientes incautadas, lo que demuestra que la seguridad del siglo XXI se construye con inteligencia, cooperación y determinación, sin límites de fronteras territoriales.
Recordemos que un policía es, ante todo, un ser humano: hijo, padre, pareja, alguien con sueños, ilusiones y expectativas de vida. Su labor no lo distingue del ciudadano al que protege, y por ello nuestro servicio debe dignificar al uniformado y fortalecer su vínculo con la comunidad. En este marco, nuestra gestión se ha orientado en tres dimensiones fundamentales: seguridad, dignidad y democracia. Nos corresponde, por lo tanto, como garantes de la ley y servidores públicos, ser ese puente firme entre el Estado y la ciudadanía.
Por ello, mientras tenga el honor de comandar esta institución, mi compromiso será mantener viva la llama de la dignidad, la defensa de la seguridad y la democracia, para que cada policía encuentre en su vocación un propósito mayor: servir con entrega, inspirar confianza y honrar con su ejemplo a la nación que juró proteger.
Policía un día, Policía toda la vida…
Somos la Policía de los colombianos.
Brigadier General
William Oswaldo Rincón Zambrano
Director General de la Policía de Colombia